LA IMPORTANCIA QUE MARCA LA DIFERENCIA.
Hace poquito más de un año que veíamos a lo lejos, lo que marcaría el inicio.
Hablábamos de un animalito, más repulsivo que culpable diría yo, que cayó en la olla y para quien fue alimento, resultó contagiado y comenzó a propagar una fuerte enfermedad. Lo contábamos casi como producción cinematográfica de la gran nación de ojos rasgados.
Pero como producto con etiqueta “MADE IN CHINA”, no tardó en llegar a las Américas. Poquito después aparecieron los primeros casos acá de nuestro lado y aún recuerdo que dijimos “PERSONAS CON DIABETES BUSQUEN RAPIDAMENTE ATENCIÓN MEDICA PREVENTIVA” y más temprano que tarde saltaron los que ven la vida a través del triste color del resentimiento social, para decir que ya dejáramos tranquilos a los diabéticos,
” Y NO LES METIERAMOS MIEDO “.
Pero el miedo no demoraría en aparecer, la infodemia era una saga de terror de la que nadie escapaba, los Doctores y demás personal de salud nos debatíamos entre emociones encontradas, ante el deber de dar el paso al frente porque éramos los soldados de la guerra que se peleaba, y el temor de caer o ver caer a nuestra familia en la batalla. Eran esos días en los que en una semana te contagiabas psicológicamente tres veces mínimo. Hubo aplausos, agradecimientos, pero también desprecios, repudios con olor a cloro y grandes pérdidas de quienes quedaron en la trinchera luchando, aún, por los que bajo la influencia del miedo, les cerraban las puertas.
De ahí empezamos a vivir lo que parecía una película mundial, contagios, muertes, gobiernos más políticos que sanitarios, decisiones de base económica pues el riesgo de quebrantar sistemas era inminente. Para nosotros no fue muy diferente, cada uno de nuestros pacientes cuando llegaba a consulta, preguntaba si iba a morir, no teníamos la respuesta, pero teníamos algo muy bien definido” LA IMPORTANCIA DE TENER UN BUEN CONTROL METABOLICO DE LA DIABETES EN MOMENTOS COMO ESTE”. Aumentamos la agresividad de los esquemas de medicamentos hipoglucemiantes porque lo imponía la situación, mensajito frecuente a quienes sabíamos eran más vulnerables por presencia de comorbilidades y complicaciones para ver cómo estaban y recordarles los cuidados a tener, recibimos a los nuevos pacientes que decidieron buscar apoyo y abrimos asesorías en línea gratuitas para quienes el temor no les permitía comprender: que aislarse, descompensado de la diabetes, podría ser la crónica de un final anunciado.
Éramos como maestros de kínder buscando arropar a los pequeños del salón sin dejar de reconocer que también el temor nos invadía.
Recuerdo muy bien recibirla en la consulta de cada mes, puntualmente durante ya varios años y al preguntarle cómo estaba, con ojos más cerrados que abiertos decirme que estaba muy angustiada porque su esposo no creía que existiera la enfermedad y por ende no se cuidaba y ella sentía miedo de contagiarse siendo diabética e hipertensa. Recuerdo que en ese momento, de las pocas palabras que tiene mi superlativo vocabulario cubano, ninguna vino a mi mente y deje que salieran entonces palabras del alma para responderle, “estará bien, incluso contagiándose la librará porque está muy bien controlada de sus enfermedades y su organismo es fuerte”, y ese día dejé la consulta sintiendo que cargaba la responsabilidad de un presidente, por supuesto de un presidente responsable.
Y seguimos viviendo la odisea, mientras buscábamos regresar a la normalidad, cuando un día me habla para decirme que su esposo estaba mal de la fiebre hacia unos días y que ella había empezado. Sentí frialdad del cuerpo, pero como buena cubana, acostumbrada a no paralizarnos por situaciones adversas y periodos especiales, iniciamos la batalla, era nuestro primer paciente contagiado, de una enfermedad no conocida, con un tratamiento no definido, a tratar vía online y precisamente ELLA. Después de ellos siguieron sus hijos y el escenario empeoraba. La parte económica golpeaba también porque recuperar salud en momentos de enfermedad no es precisamente barato. Cual pípila viví esos días, para respirar profundo cuando el aire soplaba ya a nuestro favor, ELLA había salido, su esposo aun daba los golpes finales de la batalla más cruenta, que finalmente logro vencer, aun sin tener enfermedades prexistentes.
Solté el peso que sentía llevar en mi espalda y comenzó nuestra batalla más fuerte, “HACER LLEGAR EL MENSAJE DE LA IMPORTANCIA DE TENER UN BUEN CONTROL DE LA GLUCOSA EN UN PACIENTE CON DIABETES”
Y con la vivencia pasada, regresó ELLA a la consulta, con ese brillo de ganador que no se puede esconder, y así la recibí, como espejo, porque para que negarlo, también yo despedía ese brillo.
Pasaron los meses y hoy casi un año después, con pacientes que recordaremos siempre con cariño, otros que pelearon duro también, aferrándose a esta vida y lo lograron, la vi regresar a la consulta mensual y tras mi pregunta de “¿cómo ha estado?” volví a ver esos ojos entrecerrados y la angustia en su voz dejó muy clara la tristeza cuando me dijo “Dra. mi hermano no la libró, su diabetes estaba muy mal y no sabemos que pasó pero cuando parecía que todo iba bien, el final llegó, como no fui más fuerte y lo obligue a atenderse”, dejando ver el matiz de la culpa no merecida.
La historia no tiene el final más feliz, aunque quizás otras nos parezcan más tristes, dentro de las tantas que hoy se pudieran contar, la historia es más bien la evidencia del valor de tener buen control de la glucosa, “ES LA IMPORTANCIA QUE MARCA LA DIFERENCIA”
Dra Sol
Marzo 2021.
Tomado de la vida real de una querida paciente.